Es una fecha importante para recordar la tarea no cumplida de la reconciliación del Estado y de la sociedad en su totalidad con sus maestros.
Interesante es el origen etimológico del vocablo maestro, el cual vine del latín magister, donde el prefijo “magis” significa “más” y el sufijo “ter” le da el carácter de superlativo. De donde magister y maestro significan lo máximo, el que más, el más importante, el más capacitado, el más sapiente.
En contraposición, el vocablo minister, (ministro) significa lo mínimo, lo inferior, lo menos importante; minister es el que tiene menos conocimientos, el menos destacado y de menor habilidades. Por ello, en el imperio romano el ministro debía estar al servicio del maestro. Asunto que con infortunio probado no ocurre en Colombia.
De la raíz “magis” se derivan también máximo, magistrado, magisterio, magistral, magnífico, magnánimo, magno, mayor, mayúsculo y mayoría, entre muchos otros. Magister viene a la vez del griego megistos que significa muy grande (superlativo griego del hoy muy informático mega = grande).
Se celebra en el mes de mayo el Día del Maestro, mes de las tres M: María, Madre y Maestra. En efecto, la virgen María a la vez que discípula es también Madre y Maestra. Madre del Mesías y Maestra de los cristianos, con la virtud del gran ideal para el desarrollo del amor, el afecto y la ternura: Maestra de Jesús, el Divino Maestro, Maestro de los Maestro, como también lo fueron Buda, Confucio y Mahoma.
A las personas con los corazones más enriquecidos por sus obras materiales o espirituales se le denomina Maestros. Maestro es el artesano, el gran literato, el líder espiritual de una nación, maestro es el sifu o el sensei de las de artes marciales japonesas y el gurú, maestro espiritual en el budismo. También se les llama maestros a quienes sobresalen de manera excepcional en los deportes; entre los ajedrecistas existen las categorías de Maestro y Gran Maestro.
Maestro es el maestro de nuestras escuelas urbanas y rurales, el cual lo es por sus obras y virtudes, formador, forjador y cultor de vida, ética y cultura, y de valores que humanizan a los alumnos y a la sociedad.
La celebración del Día del Maestro se remonta a 1943 cuando en un encuentro de ministros de educación de las Américas se fijó para el 11 de septiembre. Hoy se celebra en todo el mundo en fechas variadas. En Colombia es el 15 de mayo. San Juan Bautista de La Salle fue proclamado como el patrono universal de todos los maestros por el Papa Pío XII en un breve pontificio el 15 de mayo de 1950. En 1951, con motivo de la proclamación papal y del tricentenario del nacimiento de dicho santo, mediante decreto 0996 del 4 de mayo el presidente de la República, Laureano Gómez, ordenó celebrar el 15 de mayo de cada año, “el día del maestro, fiesta de los educadores colombianos.”
En la enseñanza se ha distinguido entre el “docente” como aquel que cumple un rol profesional (“dictar” clase, cubrir contenidos en el curso del que se asume como administrador o dueño) y el “maestro” aquel que asume una identidad y proyecto de vida para darle una dimensión humana a los procesos formativos escolares. De ahí la afirmación de no todo al que se le llama “docente” es un profesor o un educador, ni todo educador alcanza a ser maestro. La labor formativa del maestro va más allá de diploma y de las lecciones que “dicta”. Encarna el maestro en su misión un proyecto formativo humanizarte para quienes son sus alumnos y padres de familia. Asume el maestro una esencial función social guiada al progreso moral, material, cognitivo y espiritual de sus alumnos (véase: https://goo.gl/wrUwh1; https://goo.gl/9aVK1D). La etimología de cada término se puede leer en https://goo.gl/ZbWsYo).
En estos años le corresponde al maestro liderar la construcción de una nueva escuela, una escuela viviente (una living school, como la he llamado) donde la formación es autónoma y dinámica en ambientes de aprendizaje múltiples e interactivos, con valoración y promoción de la diferencia en los modos y rutas para aprender. Labor para desarrollar con una enriquecida variedad de recursos de información y de medios educativos avanzados que permitan alcanzar por rutas y mediaciones alternas a los más elevados fines formativos.
Una escuela donde el proyecto educativo, con metas pedagógicas, sociales, ética y políticas, explícitas y claras es inacabado y en peramente construcción. Esa escuela viviente (living school) se construye colaborativa y solidariamente sobre procesos de permanente innovación y con el compromiso estatal y social del reconocimiento social a la valía del trabajo del maestro. Es tiempo que el Estado y la sociedad en general se reconcilien con sus maestros y promuevan para ellos su aprecio y méritos sociales.
La construcción de una sociedad basada en los principios de la libertad, la inclusión, igualdad, equidad, promoción y respeto de las diferencias va de la mano de la educación y de los maestros.
Comparto con el Maestro Rafael Escalona la afirmación que hizo cuando dijo que “los maestros anhelamos alcanzar la eternidad sólo mediante la presencia imperecedera en el alma y el corazón de nuestros alumnos.”