A raíz del colegio Marymount en Barranquilla: En educación siempre se recoge lo que se siembra
- Enrique Batista J. Ph. D.
- 29 oct 2018
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 29 oct 2018
¿Pedir naranjas a un papayo? O: Dime qué siembras y te diré quién eres.
Muchas instituciones educativas en Colombia han asumido que los fines formativos se subsumen en lo que miden las pruebas académicas y que la valía personal la forjan los puntajes en ellas. Hay así hay evidente perversión de los fines formativos escolares.
Si se fracasa en los fines formativos de una educación integral, no se puede excusar ninguna institución cancelando una ceremonia de grado.
No es un caso aislado. Mucha prensa ha recibido la cancelación de la ceremonia de grado de los bachilleres en el Colegio Marymount de Barranquilla, por supuesto engaño de los alumnos mediante la compra de las respuestas en un simulacro de la prueba del ICFES para bachilleres. La institución decidió que la ceremonia de grados no se llevaría a cabo con el fin de “invitar a la reflexión a los graduandos" (sic). A pesar de un fallo de tutela favorable a los padres de familia en donde el juez ordenó "acatar de manera inmediata la orden impartida”, la institución reafirmó su decisión anunciando que los diplomas serían entregados por ventanilla. Fue impropia la determinación del Secretario de Educación del Atlántico quien respaldó esa decisión, y pareció dejar ver que su propio concepto de formación se basa en la disyuntiva ya decrépita de “formar o castigar”, y en aquella concepción antigua de que con castigos y sangre la formación deseada entra, aunque se apliquen a última hora, frente a la alternativa de una educación humanística de “educar y no castigar”.
De modo paradójico, invocó la Institución en su oficio a los padres de familia, y a sus estudiantes de grado 11, la formación no sólo académica integral, ética y moral que señala la ley general de la educación (115 de 1994). Esos puntajes podrán reflejar la inversión económica, pero, como dirían los mismos estudiantes, no definen mucho de su riqueza y posibilidad interior. También dirán con sobrado fundamento a todos: “Si lo que quieren de nosotros son puntajes, ahí los tienen”. La Institución que tiene como lema “Ser Los Líderes Formando Líderes” tendrá mucho que explicar a la sociedad. La ética y la moral no las miden, y mucho menos las promueven, esos exámenes.
El caso que analizamos es una muestra constante del fracaso formativo escolar en Colombia, en especial de muchas de las denominadas instituciones de élite, las que se posicionan en prestigio y en altos valores de matrículas basado en el ranking de las pruebas del ICFES, insistiendo en la evidente perversión de los fines formativos escolares.
Se les forma para lograr determinados puntajes y eso son los frutos que recogen muchas instituciones educativas como resultado de su fracasado proyecto educativo, fruto que rehuyen probar o reconocerlo como suyo, aunque bien se lo reconocemos todos. Los alumnos muestran de manera inequívoca la formación que reciben, y de alguna manera exponen el lado amargo del fruto que cultivó la institución y de manera clara se lo enrostran a sus directivos escolares. Lo conocido es una mera consecuencia de ese modelo que ha pervertido los más altos y sublimes fines de una educación integral.
Son nuestros alumnos víctimas inocentes de una formación fallida que los obliga no a formarse en los valores y cultura propios, en ciencias, tecnología y artes sino en la manera de mostrar un puntaje que después de obtenido, como todos sabemos, no significa nada para ellos ni para nadie, pero sí para las instituciones que predican excelencia con base en las pruebas y que recurren al castigo como medio para no ver y no analizar sus propias carencias en el modelo educativo que sustentan. Los padres obligados a pagar para que sus hijos saquen un puntaje decente en las mencionadas pruebas tal vez deban declararse también víctimas y reclamen por la fallida formación escolar.
La actitud punitiva, resultado de la frágil formación, debe ser cambiada por un severo y sincero autoanálisis, actos de contrición, reforma de metas educativas, cambios en las estrategias de enseñanza y aprendizaje y reconocer ante los padres de familia su fracaso formativo y excusarse ante los alumnos y la sociedad en general. Son casos como estos los que obligarían al Ministerio de Educación Nacional, por medio de sus funciones de inspección y vigilancia, conocerlos y analizarlos en detalle, exigir un plan de mejoramiento en el Proyecto Educativo Institucional – PEI, en las metas formativas frente a las cuales se ha fallado y proponer y desarrollar un modelo educativo que no cause vergüenza a los ciudadanos.
La ceremonia de grado no es un asunto cultural ni etnológicamente de poca monta. Es una ceremonia, como en multiplicidad de culturas a lo largo de los tiempos, que señala el cambio de niñez a la edad adulta. No es un perendengue del momento. Es la celebración del ingreso a la edad adulta de amplia significación en todas las culturas; aquí la hacemos con el grado de bachiller, en otras culturas con algún otra ceremonia y celebración. Todas las clases sociales nuestras la celebran de distinta manera con o sin boato. Sobrada razón tuvieron los padres para tutelar la violación de sus derechos y las de sus hijos.
Una revisión de antecedentes muestra que es de usanza la compra y el fraude con las pruebas que elabora el ICFES. En efecto, en una búsqueda de noticias pasadas se encuentran infinidad de titulares sobre fraudes. Entre otras noticias se lee que las filtraciones en el ICFES llevan (subrayo) por lo menos seis años.
Recordamos aquí, frente a los retos para formar a los alumnos en este siglo XXI, al documento de la UNESCO de 2016 sobre la Educación para la Ciudadanía Mundial, en donde es claro que para formar a los educandos para los retos de este siglo hay que ir más allá del énfasis en logros cognitivos hacia una formación para la construcción y consolidación de valores y en aspectos cruciales como la resolución de los problemas, el desarrollo sostenible, la paz, pobreza, cambio climático, seguridad energética, desigualdades e injusticia. Desde preescolar hasta la educación superior el énfasis en los fines formativos incluye de manera visible la formación de ciudadanos informados, comprometidos y solidarios. (http://unesdoc.unesco.org/images/0024/002449/244957s.pdf).
Al finalizar este artículo encuentro que acaban los medios de comunicación (Caracol, El Tiempo, Pulzo y otros) informar de la captura de 18 personas, presuntamente vinculadas a una red que suplantaba identidades para el ingreso a una universidad. Fue identificada por las autoridades como “una banda organizada” o “Cartel de los Intelectuales”, que cobraba entre 20 y 24 millones de pesos por conseguir un cupo, formada por estudiantes activos de universidades como la del Norte en Barranquilla, Andes y Externado de Bogotá. Varios de los impostores pertenecen al programa “Ser Pilo Paga”. Según se anota en los medios “venían siendo reclutados por una red criminal.” (https://goo.gl/CdpqQi; https://goo.gl/utJ9eh; https://goo.gl/21bHW9).
¡Alarma encendida para todos! ¿Estamos formando y becando a falsificadores; creando bandas organizadas y carteles?, ¿en qué institución educativa se graduaron?, ¿en qué universidad están matriculados y hasta becados con dineros públicos? Es un momento de evaluar el modelo educativo que tenemos y plantear dentro de uno nuevo la ética y la moral como elementos esenciales de una formación integral. ¡Árbol que crece torcido jamás su rama endereza!
Señalan los hechos, nuevamente, que el sobre énfasis en el desempeño en pruebas académicas escritas no es el camino, es un muy mal camino.
En los contextos analizados aquí hay que recordar también que con base en las pruebas de Estado para bachilleres se otorgan, con recursos económicos de todos los colombianos, las becas del cuestionado programa “Ser Pilo Paga”.
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